Covid-19 y cambio climático: ¿El enemigo es el virus?

El 31 de diciembre de 2019 un grupo de funcionarios chinos notificaba por primera vez a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la aparición en la ciudad de Wuhan de un conglomerado de casos de neumonía de origen desconocido. Solo dos meses después de aquel hecho, el virus ya identificado como COVID-19 se expandía por 114 países, al tiempo que la OMS declaraba el estado de pandemia y alertaba al mundo sobre la gravedad de la situación. Desde entonces asistimos a un hecho sin precedentes: una “cuarentena” global que impone el aislamiento como forma de vida y nos obliga a cambiar los hábitos de higiene, la forma de trabajar, de consumir y de relacionarnos. En un mundo que atraviesa una crisis climática sin precedentes y con los niveles de emisión de gases de efecto invernadero más altos de la historia, la pregunta es ineludible: ¿Existe alguna relación entre la expansión acelerada del covid-19 y el cambio climático?

AFP VIA GETTY IMAGES / Fuente: debate.com.mx

“Lo que estamos viviendo no es ciencia ficción, solo es el normal discurrir de la historia”, afirma Yuval Harari, historiador y filósofo israelí, al referirse a la pandemia del covid-19 y las medidas de distanciamiento social para prevenir su contagio. A lo largo de la historia, la humanidad atravesó por diferentes pandemias que ocasionaron profundos cambios en los sistemas políticos y en los modos de vida. Frank Snowden, profesor emérito de Historia de la Medicina en la Universidad de Yale, sostiene que las pandemias son un tipo de desastre “que obliga a la humanidad a verse a sí misma en el espejo” al dar cuenta de “nuestra relación con la mortalidad y con la formas de vida, a la vez de reflejar nuestra relación entre el medio ambiente natural y aquel que creamos nosotros”.

¿Qué nos “refleja” la actual pandemia?

El 75 por ciento de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos durante las últimas décadas son de origen animal : el VIH, el Ébola, la gripe aviar, el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), y la enfermedad por el virus del Zika, entre otros. La degradación de los ecosistemas producto del accionar de la agroindustria basada en los monocultivos –que consume el 70 por ciento de las extracciones de agua dulce del planeta– y la ganadería intensiva –una de las principales causas de la deforestación– junto a la sobreexplotación de los bosques para madera y electricidad, ocasiona una brutal pérdida de biodiversidad y alteraciones en los hábitats naturales de los animales. ¿Porqué la transmisión de dichas enfermedades se relaciona con la pérdida de biodiversidad de los ecosistemas? Los hábitats naturales ayudan a regular las enfermedades debido a su gran capacidad de resistir y de adaptarse gracias a la existencia de diversas especies, explican desde Naciones Unidas. “Cuanto más biodiverso es un ecosistema, más difícil es que un patógeno se propague rápidamente” entre las distintas especies. Si, en cambio, el entorno presenta similitudes genéticas –como en la cría intensiva de ganado- aumenta la susceptibilidad de dichos animales a la propagación de patógenos provenientes de animales salvajes, que luego podrá ser trasmitido al ser humano.

La pandemia del covid-19 nos demuestra la profunda interrelación e interdependencia entre problemas que en general suelen entenderse como compartimentos estancos: la degradación ambiental y el cambio climático tienen estrecha relación con nuestra salud y bienestar; de igual forma, el modo de producción y desarrollo actual impacta en el acceso a prestaciones básicas (1 de cada 3 personas en el mundo no tiene acceso a agua potable), ocasiona inseguridad alimentaria al concentrar todos los recursos en la agroindustria intensiva, y persiste en la utilización de energías fósiles que liberan contaminantes a la atmósfera y profundizan la crisis energética, entre otros. “Cuando uno de los problemas se agrava, los efectos se extienden por todo el sistema, exacerbando el resto”, señalan en su estudio Miguel Altieri y Clara Nicholls (CLACSO /Universidad de California). Lejos de tratarse solo de un problema sanitario, enfrentamos una crisis de todo un modelo de producción económica, social y de desarrollo: mientras el Banco Mundial prevé una caída del PBI del 4.6% en América Latina, la mayor desde que hay registros; recientemente la directora de la División de Emergencias de la FAO – ONU, Dominique Burgeon, alertó que la crisis sanitaria podría agravarse con una crisis alimentaria y la pérdida de medios de subsistencia, y podría surgir una «crisis dentro de una crisis». El acceso a una alimentación saludable y nutritiva –la seguridad alimentaria- está lejos de ser un derecho garantizado. A las familias que no cuentan con acceso económico se les dificulta enormemente poder acceder a un plato de comida. En este sentido, es fundamental que los Estados promuevan políticas para fortalecer la agricultura familiar en pequeña escala no sólo para la producción de alimentos sino también para poder acceder a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito.

Para hacer frente a la crisis producida por la pandemia del covid-19 es fundamental que los Estados promuevan políticas para fortalecer la agricultura familiar en pequeña escala, no sólo para la producción de alimentos sino también para poder acceder a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito /Foto: Autor desconocido. Fuente: BID

Por otro lado, es preciso comprender que si bien los desafíos que enfrentamos atañen al funcionamiento estructural de las sociedades, nuestra acción individual también es importante. Los ciudadanos-consumidores tenemos la responsabilidad de re pensar nuestros hábitos y el alcance de nuestras prácticas: basta con recordar las imágenes durante los primeros días de aislamiento social y cómo cientos de personas se agolpaban para arrasar las góndolas de papel higiénico y alcohol en gel en los supermercados, quitándole la posibilidad de abastecimiento a otras personas. Las “compras de pánico” nos enseñan la diferencia entre el individualismo exacerbado y el autocuidado con responsabilidad. Planificar a conciencia (¿qué voy a necesitar realmente?); reducir desechos, reutilizar y comprar en pequeños comercios para fomentar el trabajo local son algunas formas de hacerlo.

¿El “fin del mundo” tal como lo conocemos?

Lejos de miradas apocalípticas, es preciso comprender que la pandemia del covid-19 es ya considerada como una bisagra que potenciará los cambios que ya estaban en marcha. La Cuarta Revolución Industrial está en camino, un nuevo paradigma de organización de los medios de producción que afectará la forma en la que trabajamos y vivimos. Sin embargo, es preciso comprender que aún estamos a tiempo de poner los cimientos de una sociedad más inclusiva y respetuosa del medio ambiente. Comprender que vivimos en una profunda interdependencia con todos los procesos nos invita a superar la falsa dicotomía entre sustentabilidad y desarrollo productivo a gran escala. Proyectos como “SolarCity” del empresario Elon Musk -impulsor de las energías renovables y de la carrera hacia el espacio- un ambicioso proyecto para reinventar el sector de la industria energética y llevar energía eléctrica a todos los hogares mediante la utilización de paneles solares y baterías que almacenan la energía generada, para así lograr el autoabastecimiento de los usuarios particulares; son un ejemplo de ello.

A la luz de este panorama, muchos sostienen que es tiempo de implementar un nuevo Pacto Ecosocial y EconómicoGreen New Deal– basado en la construcción de una globalización más democrática y ligada al paradigma del cuidado, mediante el establecimiento de políticas públicas que promuevan la justicia social y ambiental. Este nuevo paradigma necesita de la solidaridad y cooperación internacional en programas de salud, investigación científica y protección social, inclusive con un ingreso universal ciudadano que ayude a atenuar parte de la destrucción de 195 millones de empleos que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé para el segundo trimestre de 2020.

“Las causas socioambientales de la pandemia muestran que el enemigo no es el virus en sí mismo, sino aquello que lo ha causado» afirma la socióloga e investigadora Maristella Svampa. En efecto, quizás el desafío más importante que nos proporciona hoy la pandemia del covid-19 es la necesidad de un cambio profundo de paradigma para producir, cuidar y colaborar sosteniblemente entre todas las formas de vida.

 

 

*Imagen cabecera: Autor desconocido. Fuente: www.acluok.org

About the Author
Estudié Ciencias de la Comunicación y soy periodista. En medios realicé tareas diversas como cubrir acontecimientos para diarios zonales, actualizar portales web y redactar panoramas informativos radiales. Desde hace algunos años me especializo en la generación de contenidos de calidad para redes sociales y actualmente me desempeño como editora y redactora de contenidos para el Facebook y el sitio web de Construir TV.
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